De Barrio
César Rodríguez

Todos te conocían en el barrio,
destacabas por ser el menos estrafalario.
Te caracterizaba el ir siempre arreglado,
procurabas ir muy muy muy peinado a cualquier lado.
No había comparación sin ti, eras un ejemplo a seguir.
Pero llegó un momento en que las cosas se torcieron,
tu voluntad fue nula, mucha mierda te ofrecieron.
Empezaste por consumir algo de chocolate,
no era nestlé precisamente todo aquello que fumaste.
Aunque todo fue oculto comenzó a notarse,
autómatas vacíos que ya suelen rodearte.
Después de pasar un tiempo me he enterado,
de que dejaste pasar a tu vena un caballo alado.
Y al tiempo de cabalgar por los prados,
en ninguna de las granjas te has bajado.
Ése es un pico que sólo levanta tu suelo,
y por mucho que quieras alzar el vuelo
no hay nada que hacer, si tú no pones de tu parte,
pega tú el primer paso que aquí estoy yo para ayudarte.
Hacía una semana que no sabíamos nada,
pensamos que su vida ya estaba recuperada.
Y de pronto aparece con la camisa rajada,
los pantalones sucios y la cara amoratada.
Me acerco a él, y, con miedo, le pregunto,
confiando en que llegó a un acuerdo con el mundo
‘Qué pasa, ya no te vemos a diario’.
‘Me voy a robar al centro, que resulta mejor barrio’.
Pero ahora ya todo cambia, allí en mi barrio.
Actualmente has quedado como el más estrafalario.
¿Dónde está ahora tu gomina, dónde queda tu peinado?
quisiste volar sin alas, vaya ostia te has pegado.
Y ya no sabemos dónde paras actualmente,
si ni siquiera estás vivo se pregunta la gente.
Y me hubiera encantado haber podido ayudarte,
que tengas buena suerte en tu viaje a ninguna parte.
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