Orégano y Hierbabuena
Paradoxus Luporum

Solía traer la sonrisa debajo del tiempo,
por eso colgué mi reloj en el cuello del viento,
y esperé a que su voz
regresara a casa pronto
a obviar junto a mí
Los razonamientos hoscos.
Quería beber vino tinto a la luz de una vela,
por eso partimos desnudos a ver las estrellas,
y alcancé a comprender
que dos siempre fueron uno
y vi su interior
en el cuerpo en que me acuno.
Dentro de sus ojos,
vive un universo
de inaudita anchura,
de eterno silencio.
Miraba las flores del campo con cierta cautela,
no fuera que aquellos colores desaparecieran,
y un buen día llegó
colmada de primavera,
henchida de olor
a orégano y hierbabuena.
Tenía las manos más frías que el agua del río,
por eso crucé hasta su lado con un submarino,
y encontré en mi vagar,
Fantásticos pececillos,
y una canción
Flotando sobre el destino.
Dentro de sus ojos,
vive un universo
de inaudita anchura,
de eterno silencio.
Dentro de sus ojos,
vive un universo
de inaudita anchura,
de eterno silencio.
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