Mírame a mí
Daniel Talavante

Estoy perdido, no sé dónde ir.
Mi camino se oculta ante mí.
Encadenado al pecado, no puedo salir;
atado de pies y manos por miedo a sufrir.
El infierno se yergue ante mí.
Me susurra "de aquí no podrás salir",
pero una voz resuena dentro de mí;
el diablo tiembla y comienza a huir. (x2)
ESCÚCHAME, HIJO MÍO.
NO TE MIRES A TI, ¡MÍRAME A MÍ!
MI CORAZÓN ESTÁ ABIERTO HOY PARA TI
¡NO TENGAS MIEDO, ACÉRCATE A MÍ! (x2)
Deja que Yo te envuelva en Mi Misericordia
que le susurre a tu alma: "¡Te quiero!";
que todos tus pecados se ahoguen en mí.
te doy derecho a Mi Misericordia.
¡tienes derecho a Mi Misericordia!
LEVÁNTATE YA, HIJO MÍO,
DAME TU CORAZÓN Y TOMA EL MÍO
MIS HIJOS NO VIVEN DE SU PERFECCIÓN,
¡ELLOS VIVEN DE MI CONSTANTE AMOR!
En el abismo, Él me encontró.
Estaba muerto y Él me llamó;
y, con su Espíritu, me revivió.
ESCUCHAME, OH PADRE MÍO,
TU MISERICORDIA ES MI REFUGIO
¿CÓMO VOY A APARTARME DE TU CORAZÓN?
SI ME HAS HERIDO CON TU PROFUNDO AMOR,
Y AHORA YO VIVO DE TU PERDÓN.
“Cuanto mayor es el pecador,
mayor es el derecho que tiene a Mi Misericordia”
(Sta. Faustina Kowalska. Diario, 723)
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